S A D E

Primer blog íntegramente dedicado a D.A.F. de Sade y a sus obras.

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Lieu : France

lundi, octobre 23, 2006

Sade libre en la red

Fruto de nuestro interés, pero también de nuestra rabia cada vez que vemos cómo se repiten inexactitudes y se suman errores históricos en torno a un hombre que dejó una obra extraordinaria, es que resolvimos comenzar este “blog” (que consideramos es el primero íntegramente dedicado a la vida y obra de Sade y a sus ramificaciones).
Es extraño comprobar que a 266 años de su nacimiento, un pensador tan preciso como brillante siga sin ser estudiado con honestidad (salvo alguna rara excepción como la de Annie Le Brun), y su vida siga estando envuelta en absurdas leyendas.
S


Y es por eso que aquí nos divertiremos relatando curiosidades, observando anécdotas, cotejando coincidencias, repasando la filmografía * y el arte inspirados por Sade, pero todo lo haremos en un marco de rigurosidad histórica, como pensamos le habría gustado tanto a él como a quienes permanecemos entre el "pequeño grupo" de aquellos que no dejaron de quererlo.
Comencemos, pues.

* Entre nuestros divertimentos, está el primer “videolog” dedicado a Sade (http://www.youtube.com/profile?user=SADE1740) y que hemos iniciado en You Tube.

Jean-Jacques Pauvert: «Un poco de orden en todo esto»... (extractos)

[...] En el fondo, todo ocurre como si, desde hace casi doscientos años, primero un siglo y después el otro hubieran inventado dos maneras inversas y sucesivas de liberarse de los interrogantes que plantea la obra de Sade, enmascarando su personaje. De 1800 a 1880, aproximadamente, se lo presenta como un monstruo, un loco, un enfermo peligroso; “un erotómano celebérrimo”, dice Gustave Brunet. Se lo excluye de la humanidad corriente: al informar de que ha seducido a su cuñada, la Biographie universelle de Michaud concluye que sólo ha podido hacerlo “mediante medios tan horribles como peligrosos para su vida” (Michaud no dice cuáles; lástima). Y por lo tanto, sus textos no se considerarán en el marco de la literatura. “Conjunto frenético y abominable de todos los crímenes y de todas las suciedades” (Frédéric Soulié). Ni siquiera merecen que se los mencione: “Ese libro infame que no quiero nombrar” dice Joubert.
Luego comienza la rehabilitación de M. de Sade. El siglo XX, particularmente desde hace cuarenta años, lo convierte en literato inventivo pero aislado de toda realidad, en quien lo imaginario no trasciende el lenguaje (Barthes), y que “no impulsa al crimen ni al estupro, sino al texto” (Philippe Roger). Será considerado incluso como una suerte de precursor de Kraft-Ebing y de Freud a la vez: “El marqués de Sade es ante todo un hombre dotado de una imaginación científica genial” (Gilbert Lely). Todo lo que ha escrito, reducido a la transcripción de fantasmas y a la observación psicosexológica, puede, en consecuencia, estudiarse sin problemas, y así Donatien de Sade se presenta con las apariencias tranquilizadoras de un hombre de letras, cuando no de un investigador tan pacífico e inofensivo como sus comentaristas del Café del Flore. Por así decirlo, no habría azotado jamás a un gato.
Leyenda ésta tan falsa como la primera, y, al fin y al cabo, más irritante. No hay por qué excusar a Sade, es ridículo tratar de volverlo “simpático”. Si, tal como dice la Encyclopédie sobre los filósofos, sus contemporáneos (y es una excelente definición), “el genio consiste en la extensión del espíritu, la fuerza de la imaginación y la actividad del alma”,* hay que proclamar por todo lo alto que Donatien de Sade, 1740-1814, es uno de los cinco o seis mayores genios universales; pero, en verdad, no por ello debe dejar decirse con la misma claridad que este genio demostró ser, tanto para las leyes de su época como para las nuestras, un delincuente sexual casi intratable y a menudo peligroso durante la mayor parte de su vida libre. Ni debe omitirse que “el reducido grupo de quienes tuvieron a bien amarle” al que se refiere en su testamento, sólo ha podido mantener su afecto gracias a una gran paciencia o abnegación.
[...] No hay duda de que evocar “el lenguaje calmo y paciente de Sade” (Michel Foucault) a propósito de las cartas de Vincennes y de la Bastilla (torrenciales, irónicas feroces, apasionadas, desgarradoras o extrañamente divertidas, auténticamente desencadenadas), o de las jadeantes violencias de Los ciento veinte días de Sodoma, redactadas a toda prisa en treinta y siete días con una escritura microscópica en una estrecha banda de papeles pegados de doce metros de largo, es la más escandalosa y la más imbécil de las paradojas parisinas.
Una vez más vemos confundirse el rechazo del verdadero personaje de Sade y el temor ante este pensamiento crudo, su radicalidad y su esencial soledad. Era cómodo no ver en la obra de Sade otra cosa que el resultado del encierro. “Escritura de la prisión, prisión de la escritura”: la más conformista de las literaturas críticas regimentaba la turbadora monstruosidad en los estantes de sus bibliotecas universitarias para neutralizarlas mejor. Peor aún, para arrancarla de sus orígenes naturales. Orígenes naturales que Sade fue precisamente el primero en descubrir en el fondo de sí mismo antes de proclamarlos a la faz del mundo.

-Jean-Jacques Pauvert: Sade vivant. Une innocence sauvage (1740-1777); edición original de Robert Laffont, 1986. Citamos la traducción de M.A. Galmarini revisada por Luis Samanillo, de la primera edición de Tusquets (1989): Sade. Una inocencia salvaje (1740-1777).- **

* Encyclopédie, artículo “Genio”. (Nota del Pauvert.)
** Los dos volúmenes siguientes (no publicados en español, completaban la biografía hasta 1814).

Gustavo Charif: Lógica silvestre

Todo en la Naturaleza animada, como en la inanimada, se rige por reglas, aunque estas reglas siempre son conocidas por nosotros; así es que en virtud de leyes fijas y determinadas cae la lluvia, se mueven los animales, etc. El Universo entero no es propiamente más que un vasto conjunto de fenómenos sujetos a determinadas reglas; de suerte que nada, absolutamente nada existe sin su fundamento. Por consecuencia de esto, no existen, hablando con propiedad, verdaderas irregularidades; cuando nosotros creemos encontrarlas, no es sino que las leyes que rigen los fenómenos que observamos nos son desconocidas.
-Kant: Lógica; 1800.-

Cuando leo un pasaje de Kant como el que precede siento dibujarse en mí, sin ley ni gobierno aparentes, una contradicción. Claramente podría formular una conclusión opuesta a cada uno de sus razonamientos sin mayor escándalo. Aún cuando por mí mismo tampoco formularía dichas conclusiones y, si las leyera, no podría afirmarlas ni firmarlas.
Pienso, entonces, en Kant como parte de este planeta extraño y sordo que no habla (sólo se mueve, aunque con horrenda certidumbre), y la plenitud de mi rechazo espontáneo crece "con la inconciencia de las plantas venenosas".
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A través de la "selva negra", entre los tallos sombríos, puedo ver que nada en la Naturaleza animada como en la inanimada se rige por reglas (aún cuando estas reglas sean siempre "conocidas"): así es que en virtud de leyes móviles e indeterminadas cae la lluvia, se mueven los animales, se escriben mis pensamientos. Y no existen, hablando en mi idioma, verdaderas irregularidades: cuando creemos encontrarlas no es sino la ilusión engendrada para salvarnos del vértigo provocado por la ausencia de reglas que nos orienten hacia una "seguridad".
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Así, los hombres han inventado leyes a las que luego se ajustaron de tal modo que ahora creen estar hechos por esas leyes y que nada es posible fuera de esa "naturaleza".
Una de las groserías vociferadas por varios seudo pensadores a lo largo del siglo XX consiste en buscar una relación comparada entre Kant y Sade.Sade ("una inocencia salvaje", como lo define Annie Le Brun), entre muchos otros pensamientos tan claros como impenetrables, escribe: "Les effets n'ont peut-être pas toujours besoin d'une cause".
Quizás los efectos no respondan siempre a una causa. Y bien podríamos ser, cada uno de nosotros, efecto sin causa.

* "Los vicios crecían con la inconciencia de las plantas venenosas", escribe Marcel Schwob en El incendio terrestre.
** Es conocida la manera en que Dante Alighieri simboliza a las pasiones al comienzo de la Commedia, llamándolas "selva oscura", en la que se pierde por haberse "apartado del camino recto" (es decir, hacia el camino de lo que gente como Kant llama "pecado mortal"): "Nel mezzo del cammin di nostra vita / mi ritrovai per una selva oscura, / chè la diritta via era smarrita" (La Divina Commedia, Inferno, Canto Primo 1-3).


-Gustavo Charif: domingo 22 de enero de 2006.-

D.A.F. de Sade: Testamento (fragmento):

[...] Una vez recubierta la fosa será sembrada de bellotas, para que en lo sucesivo sepulcro y bosque se confundan. De esta manera los rastros de mi tumba desaparecerán de la superficie de la tierra, como espero mi memoria se borrará del espíritu de los hombres, excepto del pequeño número de los que han querido amarme hasta el último momento y de quienes llevaré un dulce recuerdo a la tumba.